Los números “importantes” de la Educación Secundaria en Argentina.
No hay ninguna duda que la Educación Secundaria en la Argentina necesita ser re-pensada para lograr mayores niveles de inclusión, cualificar el nivel y mejorar los resultados.
No hay ninguna duda, también, que con las políticas de ajuste que llevan adelante los gobiernos neoliberales, no se podrán mejorar ninguno de los indicadores que hoy presentan puntos críticos y son de perentoria resolución.
Desde la Confederación de Trabajadores de la Educación, consideramos que es hora de hacer un análisis serio, profundo, abordando las problemáticas de la educación secundaria en toda su complejidad, para no caer enfoques reduccionistas, que se limitan a ver sólo un dato aislado, “una foto descontextualizada”, y hacen análisis sesgados, intencionalmente dirigidos a atacar a la docencia y a la escuela pública, para justificar el desfinanciamiento estatal, la privatización y la mercantilización de la Educación.
Por ello, creemos que es necesario realizar análisis en sentido histórico y focalizarse en los procesos socioeducativos de manera contextualizada. En tal sentido, sostenemos que es necesario reconocer, en primer lugar, la importancia que ha tenido el establecimiento de la obligatoriedad del Nivel Secundario en nuestro país, en el año 2006, gracias a la aprobación de la Ley de Educación Nacional 26.206. Aclaremos que esta definición, entre otras cosas, obliga al Estado (enmarcado en la Ley de Financiamiento Educativo) a disponer de los recursos económicos y financieros para garantizar el derecho a la educación en dicho nivel.
Como consecuencia de esta definición, hemos tenido un importante crecimiento en los indicadores que, aunque por supuesto deben seguir mejorando, no pueden negarse ni dejar de ser considerados en los respectivos análisis. Antes de la obligatoriedad de la Educación Secundaria (2006), más de la mitad de los jóvenes de 20 a 29 años (52%) no contaban con el certificado que brinda la educación secundaria[1]. A partir de la implementación de la obligatoriedad, ese porcentaje fue creciendo hasta superar el 70% en la actualidad.
Si focalizamos la mirada en las trayectorias estudiantiles, y no solo una foto final -como puede ser el simple resultado de una prueba estandarizada-, podemos observar que el porcentaje de estudiantes que terminan a tiempo sus estudios secundarios ha ido creciendo sistemáticamente a partir de la obligatoriedad de la educación secundaria. Esto es importante verlo, además, extendiendo la mirada sobre lo que denominamos “educación obligatoria”; es decir, viendo la trayectoria que incluye primaria-secundaria.
Esos doce años de trayectoria educativa (6/7 años de primaria, más 6/5 años de secundaria), eran cumplidos en tiempo y forma por el 46% en el año 2016, mientras que para el año 2022, ese porcentaje ya había ascendido al 61%.
Trayectorias estudiantiles
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Año ingreso
a 1er. grado |
Año egreso
en 5to. año |
Porcentaje |
2005 | 2016 | 46% |
2009 | 2020 | 53% |
2011 | 2022 | 61% |
Cuando, además, se tiene en cuenta que hay estudiantes a los que les lleva uno o dos años más poder finalizar sus estudios (repitencia, discontinuidad, etc.) o que, habiendo interrumpido sus estudios, luego retoman programas o planes destinados a dicha terminación (como EEMPA, FINES, etc.), ese porcentaje de egreso se eleva considerablemente, haciendo que la Argentina esté en los primeros lugares en el continente. Llegando aproximadamente a un 79% con titulación secundaria[2].
Al respecto, dos obviedades. La primer obviedad: no se podrán seguir mejorando estos índices, si se aplican políticas de ajuste sobre el sistema educativo, si el presupuesto se reduce y si no se define un plan educativo integral sustentado en la idea de la inclusión y justicia educativa. La otra obviedad: hacen falta políticas sociales y económicas para mejorar las condiciones de las familias que envían sus hijos a las escuelas; ya que los datos dan cuenta de que el mayor el porcentaje de exclusión escolar (repitencia, interrupción parcial o definitiva de los estudios, inasistencia, etc.) se produce en los sectores de la población con menores ingresos. Es decir, no alcanza solo con mejorar las condiciones de las escuelas. La Escuela sola no puede, en una sociedad en la que se profundizan las desigualdades.
Entre los tantos problemas sociales aun irresueltos, que inciden directamente en la situación educativa, podemos citar, por ejemplo, la situación del “trabajo infantil” en el país. Se registra la presencia de un 10% de niñas, niños y jóvenes, entre 5 y 15 años de edad, y un 32% de los jóvenes de 16 y 17 años que declaran realizar al menos una actividad productiva, lo cual impacta negativamente en su trayectoria educativa[3].
¿Por qué una parte importante de las y los jóvenes de nuestro país han optado por una propuesta de la derecha antidemocrática y negacionista en la última compulsa electoral?
¿Hasta dónde puede incidir la escuela secundaria, en un mundo en el que los medios de comunicación desarrollan una fuerte incidencia en la formación de la opinión pública, dentro de la cual también están las y los jóvenes?
¿Cuáles son, entonces, las verdaderas transformaciones que necesitamos para avanzar hacia una educación secundaria inclusiva y de calidad en nuestro país?
Sonia Alesso – Secretaria General CTERA
Miguel Duhalde – Secretario de Educación CTERA
Instituto de Investigaciones “Marina Vilte
[1] Documento de la DiNIECE: La obligatoriedad de la educación secundaria en la Argentina. Año 2007.
[2] Informe Nacional de Indicadores Educativos. Situación y evolución del derecho s la educación en Argentina. Secretara de Evaluación e información Educativa. Ministerio de Educación de la Nación. Año 2022.
[3] Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA) realizada por el Ministerio de Trabajo e INDEC en los años 2016 y 2017.