Instalada la discusión, también apelaron a reproducir los ataques de ex funcionarios de la gestión macrista, quienes se sumaron con las ya conocidas agresiones y difamaciones hacia la docencia y Sindicatos de trabajadores/as de la educación, especialmente contra CTERA.
Estos ex funcionarios del macrismo, que ahora hablan de “la importancia de las escuelas”, son los mismos que incumplieron con la Ley de Financiamiento Educativo, clausuraron la Paritaria Nacional Docente y, entre otras cosas más, destruyeron el plan Conectar Igualdad, desmantelaron la formación docente y abrieron las puertas del sistema público para el ingreso de las fundaciones y de las empresas privadas que se dedican a hacer negocios con la educación.
Esta arremetida de la derecha no sólo causó asombro, sino también el enojo de las y los docentes que durante todo el año 2020 multiplicaron sus horas de trabajo, asistieron a los comedores escolares, repartieron cuadernillos y materiales y aportaron sus propias herramientas para trabajar en forma remota, afectando la vida cotidiana de sus propias familias.
Queda más que claro que la docencia es la más interesada en volver a trabajar en las escuelas porque ese es el lugar natural para hacerlo, siempre y cuando estén garantizadas las condiciones de seguridad y cuidado de la salud y la vida de toda la población escolar.
La educación es un proceso permanente y complejo, por eso enoja mucho la simplificación del discurso que los reaccionarios esgrimen por estos sobre la educación. Hoy reaparecen con consignas sin contenido, en una apuesta marketinera que presiona sin asumir las responsabilidades, obstaculizando un debate serio, donde las y los docentes, las y los especialistas en pedagogía y la comunidad educativa tienen un papel fundamental. Como así también tienen un papel fundamental en este debate las y los profesionales de la salud y científicos/as que hoy nos están alertando sobre las condiciones epidemiológicas alarmantes que estamos atravesando.
A los que hacen comparaciones falaces e infundadas comparaciones ya le hemos dicho que la escuela no es un bar, no es un club, no es una cervecería. Que la educación no es una mercancía, porque es, fundamentalmente, un derecho social tal como lo dice la Ley Nacional de Educación y nuestra Constitución. Asegurar ese derecho es una responsabilidad del Estado Nacional y de las provincias.
Desde los sindicatos docentes, por supuesto, queremos la mejor educación para los niños, niñas, jóvenes y adultos de nuestro país, y queremos debatir profundamente sobre cómo fortalecer a la Escuela Pública en este difícil momento que vive la Argentina y el mundo. En este sentido la pandemia ha dejado muchas lecciones, especialmente sobre los problemas de vivir en un mundo dominado por las políticas neoliberales. Y la crisis ha puesto en valor la importancia de la presencia de los Estados para garantizar la Salud, la Ciencia y la Educación.
Hoy ya no caben dudas sobre la necesidad de avanzar en políticas estatales para la producción soberana de vacunas y tratamientos de salud inclusivo para todas la población y en especial para los más vulnerados/as. Una inversión educativa que además de garantizar escuelas seguras y cuidadas, provea de conectividad a las comunidades, de dispositivos y medios tecnológicos para achicar la brecha digital que hoy existe,.
No se puede plantear el retorno a la presencialidad de manera imprecisa y ambigua, tal como en muchos lugares se está haciendo; no se pueden desconocer las graves consecuencias que traerían los regresos a los espacios físicos de las escuelas sin las debidas previsiones; como así tampoco se puede obviar la precariedad de recursos, las falencias edilicias ni la falta de cargos docentes.
Consideramos que para un regreso seguro a la presencialidad en las escuelas es necesario que estén contempladas todas las condiciones de salud e higiene de la comunidad educativa en su conjunto. Solo eso garantía de poder ejercer el derecho a la educación, y los sindicatos docentes hemos luchado siempre por ello.