Durante la noche del 16 de septiembre de 1976, la policía de la Provincia de Buenos Aires y el ejército sembraban el terror en las aulas. Ese mes se produjeron una serie de ensayos conjuntos de ambas fuerzas, que tenían en la mira a los estudiantes secundarios de La Plata.
Aquella noche el operativo lo realizaron el Batallón 601 del servicio de Inteligencia del Ejército y la Policía de la provincia comandada por el represor Ramón Camps. Ambas fuerzas secuestraron 10 pibes y pibas, en su mayoría menores de edad y los trasladaron a los distintos Centros Clandestinos de Detención (CCD) que existían en el área metropolitana. Muchos de ellos fueron vistos en los CCD conocidos como “Arana” y “Pozo de Banfield”. Otros pasaron por varios CCD y, tras sufrir el encierro, las torturas y vejaciones de sus captores sólo 4 de ellos sobrevivieron.
Los chicos de entre 16 y 18 años, eran en su mayoría estudiantes del Normal 3 de esa ciudad, y participaban en diversas actividades por el boleto estudiantil. Unos días antes 4 estudiantes del Nacional de La Plata, habían sido interrogados por el vicerrector de la institución, Juan Antonio Stormo, y sólo uno logra escapar.
Los hechos de aquella noche, que recibiera el simbólico nombre de “La Noche de los Lápices” fueron un emblema en la lucha por Memoria, Verdad y Justicia.
De esa manera, mediante el terror, comenzaba el progresivo deterioro del sistema educativo argentino. Comenzaba con el aniquilamiento físico de quienes representaban la resistencia al proyecto político, económico y social que se instaló en nuestro país. De esa misma manera fueron por Isauro Arancibia, por Eduardo Requena y Marina Vilte, y los más de 600 docentes detenidos-desaparecidos.
El Estado terrorista comprendió que la resistencia y la defensa de la educación pública estaba en los Centros de Estudiantes y en los Sindicatos. La Escuela, a partir de que estudiantes y docentes fueran encarcelados, torturados y asesinados, fue foco de una política de desmantelamiento. Con la capacidad de resistencia popular menguada y mutilada fueron, los gobiernos constitucionales los que profundizaron aquella política.
Desde 2003 acaba el ciclo de la impunidad y, tras años de lucha de los organismos de derechos humanos, los juicios por los crímenes y delitos de lesa humanidad son parte de la agenda pública. De esta manera se hizo posible el actual juicio denominado “Circuito Camps” donde son juzgados los genocidas que torturaron y asesinaron a nuestras/os compañeras/os en La Plata.
A 35 años de aquel septiembre de 1976, desde la Secretaría de Derechos Humanos de CTERA acompañamos los diversos actos que se harán en todo el país, recordando a las pibas y pibes desaparecidas/os. A 35 años, los lápices siguen escribiendo.