LA ALFABETIZACIÓN COMO DERECHO CIUDADANO, UN LEGADO DE EMILIA

Por Silvia Almazán y Patricia Romero Díaz

Emilia Ferreiro fue psicóloga, escritora, pedagoga, científica, exiliada argentina en México a inicios de la dictadura.

Fue y es para nosotros y nosotras comoTrabajadoras de la Educación comprometidas con la Escuela Pública, una MAESTRA DE MAESTROS/AS.

Ella revolucionó las prácticas pedagógicas alfabetizadoras y el conocimiento acerca de la lectura y el sistema de escritura conocidos hasta los años 80 por la docencia.

«La alfabetización no es ni un lujo ni una obligación: es un derecho. Un derecho de niños y niñas que serán hombres y mujeres libres, ciudadanos y ciudadanas de un mundo donde las diferencias lingüísticas y culturales sean consideradas como una riqueza y no como un defecto”.

Emilia Ferreiro produjo un giro copernicano en las prácticas de enseñanza de los y las docentes a partir de sus trabajos de investigación acerca de los procesos cognitivos, que de muy diversas maneras y experiencias previas, las infancias ponían en marcha, al iniciar su alfabetización en las aulas. Fueron fundamentales sus aportes teóricos acerca de la alfabetización inicial, para transformar la comprensión de los procesos de aprendizaje de la lectura y los múltiples procesos cognitivos que los niños y niñas ponen en juego en el intento de apropiación de ese complejo objeto cultural y social de conocimiento que es el sistema de escritura.

Señaló que en este esfuerzo cognitivo, que no es ni mecánico, ni repetitivo, las niñas y los niños se plantean problemas que intentan resolver de variadas maneras, y que el mismo comienza mucho antes del ingreso formal a la Escuela, en distintas condiciones y desde las diversas experiencias alfabetizadoras que sus entornos permiten. Sus aportes enriquecieron, más tarde, las prácticas alfabetizadoras con poblaciones adultas.

A fines de los ‘80, con la recuperación de la Democracia, en la provincia de Buenos Aires comenzaron a circular entre la docencia sus investigaciones y las de su colectivo de trabajo, en fotocopias de fotocopias junto a uno de sus libros: “Sistemas de Escritura en el desarrollo del Niño”, que marcó un nuevo sentido político educativo a la alfabetización.

Escritos, fotocopias, fichas que los y las docentes recibimos con grandes expectativas y ansiedades, porque nos convocaban a desandar décadas de teorías y supuestos «métodos» de enseñanza de la denominada «lectoescritura» que nunca terminaban de explicar los motivos por los que, permanentemente, innumerable cantidad de pibes y pibas de los sectores más vulnerados de la sociedad fracasaban en los primeros años de escolarización, en su proceso de alfabetización.

«Métodos» sacralizados en las prácticas pedagógicas que no nos aportaban herramientas para revertir esos supuestos»fracasos escolares», ni paliar el daño que las estigmatizaciones consecuentes causaban en las infancias, en sus entornos familiares y sus trayectorias escolares.

“Leer no es descifrar. Escribir no es copiar” ;  Ferreiro nos señaló que no se aprende a leer vocalizando, sonorizando mecánica y repetitivamente letras (grafemas), que leer es construcción de sentido y significado. Y que esa construcción SE ENRIQUECE EN LA INTERACCIÓN E INTERPRETACIÓN COLECTIVA.

Que escribir no es copiar ni dibujar letras sin sentido, que se trata de ir re-construyendo colectivamente un sistema de escritura que tiene su lógica y su funcionamiento, y por ello no se aprende a escribir mecánicamente, “de una vez y para siempre”, ni en soledad.

“Un niño es quien trata de comprender el mundo que le rodea, que formula teorías tentativas acerca de ese mundo; un niño a quien prácticamente nada le es ajeno”.

Quien aprende lo hace activamente, generando hipótesis, suposiciones, apreciadas exteriormente como “errores”, que esos supuestos errores constituyen parte fundamental del proceso de aprendizaje. Nos orientó en que debíamos habilitar la palabra de las niñas y niños para que expliquen esas suposiciones plasmadas en sus producciones escritas.

“En tanto la lengua escrita no está democráticamente distribuida en la población, el acceso a la información vinculada a la lengua escrita tampoco es accesible de manera igualitaria”.

Emilia planteaba que este proceso no tiene un tiempo estándar y uniforme para todos y todas y que depende fundamentalmente de las posibilidades de haber nacido y crecido en ambientes alfabetizadores favorables, en los que las prácticas de lectura y escritura sean cotidianas, permanentes. Y si no se pone la cultura escrita tempranamente al alcance de las infancias, la alfabetización se torna en un derecho que la Escuela y las políticas públicas deben garantizar.

Hoy, sectores de derecha con concepciones neoliberales, pretenden reinstalar aquellas viejas teorías alfabetizadoras, reduccionistas, en las que la copia o la repetición mecánica, la vocalización de letras o palabras sin sentido, en tiempos cronometrados, constituyen índices cuantificables del supuesto aprendizaje de la lectura y la escritura. Estas viejas teorías que impulsa el neoliberalismo son propuestas que retrasan 50 años de investigaciones científicas y prácticas pedagógicas, que han demostrado su ineficiencia, desactualización y profundo desconocimiento de los procesos cognitivos de niños/as y adultos/as que aprenden.

En estas propuestas subyace una concepción del sujeto que aprende como frasco vacío, con simples habilidades mecánicas. Para Emilia, quienes aprenden son sujetos de derechos, pensantes y reflexivos.

En alfabetización entre una perspectiva neoliberal y la perspectiva que nos plantea Ferreiro, se dirime también una concepción de proyecto de país.

«Hay una alternativa, hay que crear las condiciones para que todos aprendan, cada quien a su ritmo y, sobre todo, para construir desde el inicio un vínculo de confianza, un vínculo amistoso con la escritura. Se trata ni más ni menos que de introducir a la cultura escrita, supone mucho más que saber las letras, supone comprender por un lado cómo se organiza la lengua cuando es lengua escrita, … y cómo se realizan los actos de habla, que ya conocemos en contextos orales, por escrito«.

Emilia Ferreiro nos deja un legado cultural, político, pedagógico y revolucionario acerca de los procesos de aprendizaje de la lectura y la escritura.

Marcó nuevos sentidos político pedagógicos a la formación docente y al trabajo docente, con el empeño puesto en brindarle a las hijas/os de la clase trabajadores herramientas para concretar sus sueños de futuro.

Sus valiosos aportes se alojan en la Escuela pública, democrática, inclusiva, emancipatoria, con perspectiva de DDHH, feminista y latinoamericana, que queremos, construimos y defendemos.

Sus enseñanzas están presentes en cada Trabajador/a de la Educación, amorosamente empecinado/a en generar las mejores condiciones pedagógicas, didácticas y culturales para que sus estudiantes aprendan.

Su legado es bandera en la sonrisa de cada niño, niña, niñe que descubre e ingresa a conocer esos otros mundos que habilitan la lectura y la escritura.

Buenos Aires, 28 de agosto de 2023